Hace ya casi siete meses que llegué a Jerusalén Este, Palestina. Como cada mañana desde que salimos de la cuarentena, vengo dando un paseo matinal para pensar en mis cosas a modo de rutina para empezar el día.
Esta mañana, por primera vez, se detiene un camión a mi altura y tenemos la siguiente conversación:
-Kayf haalak? -dice el camionero a modo de saludo y que significa cómo estás.
Han pasado ya varias horas desde que terminó el periodo de cuarentena. Había estado en Bethlehem hacía 2 viernes y este lunes, antes de la hora de comer, llegó un correo de la coordinadora con información del ministerio de sanidad en relación al pandémico coronavirus.
Toda persona que haya estado en alguna de estas 3 ciudades, deberá ponerse en cuarentena.
Sabía que me implicaba directamente a mí, así que se lo comenté a la compañera: « Oye, Pepa (nombre no real), según este correo, debería ponerme en cuarentena » -le dije mientras ella hablaba con mi responsable por teléfono.
A parte de ser la ciudad donde nací y que me vio crecer, Palencia es un municipio nacional situado en la comunidad de Castilla y León, España.
Es una bonita ciudad situada al norte de España, entre Madrid (a 250 km) y Santander (a 200 km) y ubicada a una altitud de 770 m sobre el nivel del mar.
Palencia es capital de la provincia que lleva el mismo nombre y a continuación, se comparten 10 curiosidades sobre esta acogedora ciudad:
Capitales de provincia más próximas de España
Valladolid y Palencia son las capitales de provincia españolas más próximas entre sí. Estas dos ciudades se encuentran separadas únicamente por 47 km.
Había una vez, un mamut canario que cantaba una canción.
Esta canción trataba sobre el mojo, la autentica salsa canaria llamada mojo picón.
Este mamut canario era una especie en extinción, que no en peligro de extinción.
Todo apunta a que no tiene problemas de reproducción.
Como todo mamut canario, proviene de las Islas Canarias, más concretamente, de Gran Canaria.
Aunque ya hace tiempo que dejó las islas, siempre que puede, a su hogar vuelve.
Si se preguntan de dónde vienen los mamuts canarios, os diré que a este no lo trajo una cigüeña.
Pues de chiguito ya era gordinflón y cabezón, y de mayor, todavía perdura lo de cabezón.
La verdad es que no resulta fácil hablar de este tipo de especie, puesto que no encontrarán ningún tipo de documentación más que está entrada.
Por ese motivo, presenten mucha atención y no pierdan detalle de lo que viene a continuación.
La historia del mamut canario
Había una vez, un mamut canario.
Como ser único de su especie, no estaba acostumbrado a mirar por el grupo, pues no había más grupo que él por quien preocuparse.
Sin embargo, a médica que pasaba el tiempo, se iba dando cuenta de que un grupo no se forma únicamente por los mismos animales de una misma especie.
Así pues, aunque al principio miraba sólo por y para sí, con el paso del tiempo se dio cuenta de que podía mirar, pensar e incluso llegar a amar a otros seres que no fueran de su misma especie.
Sin duda alguna, aquel mamut era similar a todos los mamuts que habían existido antes, pero yo le identifiqué como mamut canario y desde entonces fue único en la mundo.
Lo que le hizo especial no fue el tiempo que compartí con él.
Que también, sino el vínculo que nos unía desde el momento en que vino al mundo.
Después, con el paso de los años y de las experiencias vividas y compartidas, quedó claro que ese vínculo jamás se rompería.
Para mí, ese mamut valía más que todo el dinero del mundo. Para él, la cuestión del dinero era selectiva, ahora le importa, después no, luego sí y más tarde tal vez.
A pesar de ello, en los momentos realmente importantes de la vida, comprendía que no había suficiente dinero en el mundo que pudiera reemplazar alguno de los seres de aquel grupo.
Diálogo del viaje por la vida
– ¿Sabes cuánto vales? -dijo el perro verde.
– 1500€, eso es en lo que te han valorado y eres todo lo que les importas -continuo diciendo el perro.
– Tienes razón -respondió el mamut.
Fue entonces cuando comprendió que el dinero no da la Felicidad ni tampoco compra una vida.
Podría seguir hablando de lo mucho que quiero y aprecio a ese mamut canario, pero empezaría a decir boludeces u obviedades sin sentido.
Como lo breve si bueno, es breve y bueno, nada más que decir que por el mamut canario yo vivo y muero.
Mus, juego de naipes con baraja española y de origen vasco. Se trata de un juego con más de 200 años de historia.
Normalmente se juega entre 4 personas en parejas de 2. Las reglas varían dependiendo de dónde se juegue, pero en todos los juegos siempre se repite el mismo sistema de apuestas:
Grande: cuanto menor sea el valor de las cartas mejor.
Chica: cuanto menor sea el valor de las cartas mejor.
Pares: mejor combinación a mayor número de cartas iguales y en caso de que las cartas sea iguales, mejor cuanto mayor sea el valor de las parejas.
Juego: se apuesta a tener una cifra de 31 mediante la suma del valor de las cartas con las que se juega.
En caso de que ningún jugador alcance esa cifra, se jugará al «punto», siendo la mejor jugada aquella que más se aproxime a 31.
Introducción
El propósito de realizar el torneo de mus es múltiple:
En esta ocasión, os quiero compartir uno de mis experimentos sociales.
Os advierto que este experimento es sumamente interesante.
Que den comienzo los experimentos sociales:
Yendo yo el otro día en metro, iba distraído leyendo.
Sin ser consciente ni de mi alrededor, ni de mi entorno, para cuando quise darme cuenta de lo que me rodeaba, escuché a una señora decir que la juventud de hoy en día es muy maleducada.
– «Esta juventud no cede sus asientos a las personas mayores».
Acto seguido, se quedó un asiento libre a mi lado y se sentó una persona mayor que estaba en el vagón.
Tras analizar por unos segundos lo que había ocurrido, decidí proceder a realizar uno de mis experimentos sociales.
Sin pensarlo, decidí imitar alguno de los vídeos que he visto sobre lenguaje de señas y observar qué pasaba.
Empecé a gesticular intentando decir que no podía oír y que si me podía repetir lo que había dicho.
Al verme la señora hacer el gilipollas, empecé a notar un cambio en su actitud.
Me decía que no me entendía pero los gestos eran bastante claros (igual es que me fallaba el acento…).
No lo debía de estar haciendo tan mal porque a los pocos segundos, el señor mayor le dijo que yo era sordo, que no podía escuchar.
En ese momento el Mundo habló por mi y lo más sorprendente es que la actitud de la señora cambió para mejor.
Un par de paradas más tarde, le indiqué a la señora (por gestos obviamente) que si quería ocupar mi lugar.
Aunque yo me levanté y dejé el sitio libre, la señora no quiso sentarse y nunca sabré por qué.
Cuando bajamos del tren, el señor mayor no se dio la vuelta para que pudiera agradecerle lo que había hecho, pero con lo que sí me encontré fue con una sonrisa de la señora y un hasta luego.
La verdad es que tengo que analizar bien este experimento y ver qué conclusiones se sacan.
Pero lo que sí me quedó claro es que el Mundo brilla más con una Sonrisa!